¿PRECAUCIÓN?
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de Julio
Ni tan peligrosos, ni tan inofensivos: PRECAUCIÓN
MINERALES
RADIACTIVOS
El uranio es por sí mismo un elemento tóxico, afectando especialmente a los
riñones, lo que debe tenerse presente al manejar sus minerales.
Además, tanto
sus minerales como los de torio presentan básicamente tres tipos de riesgos debidos
a la radiactividad. Estos riesgos son
la irradiación externa, la irradiación interna por ingestión y la irradiación
interna por inhalación de los productos de fisión del radón.
La irradiación externa no suele ser excesivamente serio por
varias razones. En primer lugar, una parte importante de la emisión del uranio
y torio es en forma de partículas alfa. Su poder de penetración es muy
reducido, deteniéndolas en su mayor parte una pequeña capa de aire, o una hoja
de papel. Por supuesto, el propio mineral detiene todas las que proceden de su
interior. Además, al disminuir la radiación recibida con el cuadrado de la
distancia, simplemente colocando los ejemplares en la parte más interior de los
cajones o vitrinas se reduce mucho la dosis. Evitando actuaciones evidentemente
imprudentes, como coleccionar muestras de tamaño grande y muy ricas, almacenar
muestras duplicadas debajo de la cama, llevarlas en el bolsillo, o convertir la
casa en una "anomalía radiactiva", como cierto coleccionista americano,
cuyo desván fue detectado en una campaña de prospección aérea de minerales de
uranio, la irradiación externa no es muy preocupante.
La irradiación interna por
ingestión puede
evitarse no comiendo ni fumando mientras se manipulan los minerales, lavándose
las manos después, etc. Como en el caso de la toxicidad, la solubilidad del
mineral, y su grado de división, resultarán también importantes.
Afortunadamente, en este caso muchos minerales con tendencia a aparecer en
forma pulverulenta, como la carnotita, son también muy insolubles.
La irradiación interna por
inhalación de los productos de fisión del radón puede ser
el de mayor riesgo de los minerales radiactivos.
Este gas es un producto de desintegración del radio que a su vez lo es de la del
uranio. En los minerales primarios antiguos, estos elementos están en
equilibrio, mientras que en los secundarios, más modernos en general, es
posible que el contenido de radio y la emisión de radón sea
menor. El torio también emite radón en su desintegración, pero otro isótopo
diferente. El radón es un gas químicamente inerte, con una vida corta. El
riesgo principal aparece cuando se desintegra, dando lugar a isótopos
químicamente muy reactivos y de vida relativamente larga, que se unen a
cualquier partícula presente en el aire (procedente por ejemplo del humo del
tabaco) y pueden así alcanzar e irradiar los pulmones. Se considera que esta
irradiación es un factor de riesgo importante en la aparición del cáncer del
pulmón. Las medidas de precaución a adoptar pueden ir desde guardar los
minerales radiactivos en lugares ventilados a hacerlo en recipientes
herméticos. La combinación radón-humo de cigarrillos
es especialmente nociva, por lo que no fumar es también una forma de
reducir el peligro.
MINERALES
CANCERÍGENOS
Aunque afortunadamente
son pocos, uno de ellos, o más bien una familia, el asbesto, está muy difundido.
El mas peligroso es el llamado "asbesto
azul" o crocidolita, pero ningún componente
de la familia está exento de riesgos. El peligro está en el paso a los pulmones
de fibras diminutas de estos minerales, producidas en la extracción o limpieza
de ejemplares. Cuanto mas
pequeñas son las fibras, mas peligrosas resultan. En
consecuencia deben adoptarse precauciones, evitando procesos como el serrado de
piedras en seco, o utilizando mascarillas en trabajos en minas en las que esté
presente este mineral. Debe tenerse en cuenta la existencia de asbesto
"invisible", por ejemplo en ejemplares de serpentina, incluso en los de
calidad de talla.
Es preferible que los piroxenos y anfiboles fibrosos (del tipo de la bisolita) estén en cajas cerradas.
En general, respirar polvo de cualquier mineral puede resultar muy nocivo para
la salud. En las minas en activo se toman usualmente las precauciones
adecuadas, que deben extrapolarse a las actividades de recolección de minerales
en minas abandonadas, escombreras, etc., y a la preparación y manipulación de
los ejemplares.
Algunos derivados de metales como el cromo o el níquel se consideran como
factores de riesgo de cáncer en toxicología industrial. Sin embargo, en el caso
de ejemplares mineralógicos, las especies comunes son extremadamente insolubles
o no están en el estado químico necesario, mientras que las que podrían ser
cancerígenas (por ejemplo, la lopezita) son sumamente
raras.
MINERALES VENENOSOS
Los minerales de arsénico
son los más importantes de entre éstos, tanto por su abundancia como por su
elevada toxicidad, y siempre deben manejarse con precaución.
Todos aquellos que son solubles, como los óxidos y los arseniatos de metales
alcalinos y algunos de los alcalinotérreos son muy peligrosos, deben manejarse
con extremo cuidado y no dejarse nunca al alcance de niños.
Entre
estos minerales están:
arsenolita
claudetita (poco más de 100 miligramos pueden causar la muerte)
farmacolita
picrofarmacolita
weilita
bukowskita
guerinita
haidingerita
rauenthalita
hoernesita
mcnearita
y muchos otros .
Al disminuir la solubilidad, disminuye el riesgo, pero otros arseniatos, como
la escorodita, eritrina o annabergita, y
sulfuros como oropimente y rejalgar, exigen aun adoptar ciertas
precauciones. En el extremo de la escala de peligrosidad están minerales como
el Mispíquel (arsenopirita)
o la mimetita, con los que basta el sentido común.
Debe tenerse en cuenta también la presencia de minerales peligrosos
"camuflados" Por ejemplo, la alteración
por la acción de la luz del rejalgar produce óxidos de arsénico, así como la
oxidación del arsénico nativo, y ya hemos dicho que su solubilidad los
hace muy peligrosos. El mispíquel, al aire libre se
altera fácilmente, formando una costra que incluye arseniatos más o menos
solubles. Por lo tanto debe tenerse cuidado especialmente con los materiales de
escombreras que contienen minerales de arsénico (no sólo filones de sulfuros;
el mispíquel abunda también en algunas pegmatitas), no comiendo ni fumando sin lavar antes las manos.
Son especialmente peligrosos los
antiguos hornos de tostación y sus chimeneas, conductos, etc., que pueden estar
recubiertos de una gruesa capa de óxidos de arsénico. En algunas escombreras o
minas de carbón en las que se ha producido una combustión espontánea pueden
aparecer también óxidos o sulfuros de arsénico.
El antimonio es un
pariente próximo del arsénico. Aunque es menos venenoso, debe tenerse cuidado
especialmente con los minerales pulverulentos llamados a veces ocres de
antimonio, producto de alteración sobre todo de la estibina. Entre ellos están
la cervantita, senarmontita,
estibiconita, bindehimita y
otros, que abundan en las escombreras de las minas de antimonio.
Estos minerales representan un riesgo adicional cuando los ejemplares de
antimonita se tratan con ácidos para eliminar la calcita que la acompaña, y a
veces engloba completamente los cristales. En primer lugar se forman compuestos
de antimonio solubles y venenosos. Pero además puede
formarse el hidruro de antimonio, un gas muy tóxico. Este compuesto se forma en
presencia de metales atacables por el ácido que se está usando, como por
ejemplo el hierro, por lo que nunca deben emplearse objetos metálicos
(recipientes, pinzas, etc.) cuando se limpien con ácido minerales de antimonio.
El
bismuto, tercer
miembro de esta familia, no suele representar un riesgo serio debido a su
relativamente baja toxicidad y la insolubilidad de sus minerales.
Como ya se ha dicho antes, la solubilidad es decisiva en el caso del bario. Los minerales solubles, como la witherita,
alstonita y baritocalcita pueden ser
peligrosos, sobre todo en forma pulverulenta. Lo mismo sucede con los
fluoruros. La villiaumita
es muy venenosa, y su color rosa y su exfoliación hacen
que un niño pueda confundir ciertos ejemplares con un caramelo. Una pieza de
ese tamaño puede resultarle mortal.
La fluorita, en cambio, no requiere evidentemente ninguna precaución especial
en su manejo.
Los minerales solubles de hierro y cobre, como la calcantita
y melanterita, son relativamente
venenosos, y de hecho causan intoxicaciones de niños con cierta frecuencia,
probablemente al confundir sus cristales (artificiales en la mayor parte de los
casos) con caramelos. La calcantita es
especialmente peligrosa, ya que tiene un sabor metálico dulzón que no resulta
especialmente desagradable, así como la melanterita. Este último
material (de origen artificial) es una de las causas importantes de
intoxicaciones infantiles en Estados Unidos. Otros minerales de hierro son
menos tóxicos y en muchos casos su sabor es suficientemente repugnante como
para que la cantidad ingerida, y el riesgo corrido, no resulte muy grande.
Un científico especialista en alimentos escribió una vez que, a dosis excesivas,
todo puede resultar nocivo, incluso el amor de una madre. Lo mismo puede decirse de la halita, silvina, carnalita, sulfatos y carbonatos de
sodio, y potasio, nitratos, y fosfatos y boratos solubles, que en
general no representan un riesgo cuando se encuentran en una colección de
minerales, aunque los boratos (de los que unos cuantos gramos pueden ser
letales para un niño) tienden a acumularse en el organismo, y los nitratos unen
a una cierta toxicidad la posibilidad, en determinadas circunstancias de
intervenir en la formacion de nitrosaminas,
substancias reconocidas como cancerígenas.
"metales pesados"
Son todos venenosos,
pero en la naturaleza se encuentran en general en forma de minerales muy
insolubles, y los ejemplares de colección no suelen representar un riesgo.
El plomo
es el más importante, por su gran difusión, debiendo adoptarse algunas
precauciones en casos de ejemplares pulverulentos, como suelen ser los de minio y algunos de cerusita o anglesita. La
anglesita es relativamente soluble en agua (casi un gramo en dos litros), pero
se disuelve muy lentamente. La cotunnita
es aún más soluble, pero muy rara.
El riesgo de intoxicación
aguda por plomo es solo importante en el caso de beber agua de las corrientes o
filtraciones de una mina, una barbaridad evidente pero más común de lo que se
pensaría a primera vista.
La manipulación de compuestos de plomo durante mucho tiempo puede dar lugar a
intoxicaciones crónicas, ya que este metal tiende a acumularse en el organismo.
El talio es un elemento muy peligroso, por su toxicidad aguda y por los
riesgos a largo plazo, ya que también se acumula en el organismo. Sus minerales
(como la lorandita, raguinita, pierrotita
y galkhaita) son raros, pero deben manejarse con
precaución, sobre todo si están acompañados de productos de alteración
pulverulentos, que se forman fácilmente.
El
cadmio es también tóxico. El único mineral
relativamente frecuente de este metal es la grenockita, que es ligeramente soluble en agua
y además aparece prácticamente siempre en forma pulverulenta. Aunque se ha
utilizado para colorear jabones, debe mirarse con cierta reserva.
Lo mismo puede decirse de un mineral muy común, la pirolusita,
y en general los óxidos de manganeso. Su peligrosidad no está tanto
en su contenido de manganeso como en su acción oxidante y en la posibilidad de
que forme cloro con el ácido clorhídrico del estómago. Su habitual aparición en
forma pulverulenta incrementa también sus riesgos al aumentar su reactividad.
El
mercurio
representa un caso
especial. Sus compuestos solubles son muy venenosos, pero extremadamente raros
en la naturaleza. Sin embargo el mercurio metálico es un tóxico acumulativo por
inhalación. Aunque no lo parezca, las pequeñas gotitas de mercurio se evaporan
(muy lentamente, claro está) pudiendo pasar a través de los pulmones al sistema
nervioso. Allí se acumula, pudiendo ocasionar en casos extremos trastornos
neurológicos gravísimos e incluso la muerte. Los
ejemplares con mercurio nativo deben guardarse pues en cajas herméticas y el
cinabrio u otros minerales, limpiarse muy cuidadosamente hasta eliminar
cualquier rastro de mercurio, incluyendo el presente en las grietas, y
sellándolas si esto no es posible.
El calomelanos, al alterarse por la acción de la
luz, forma mercurio metálico y cloruro mercúrico, también conocido como
"sublimado corrosivo", un producto muy
peligroso. Esto debe tenerse en cuenta al manipular ejemplares antiguos
de este mineral.
El selenio es el
elemento en el que la dosis indispensable y la que resulta tóxica están más
próximas, siendo una sólo diez veces más grande que la otra. En algunas zonas,
su presencia en la hierba, que lo capta desde el suelo, hace que ésta resulte
nociva para el ganado. Usualmente, los minerales de selenio algo solubles no
pasan del tamaño de "micromounts", pero no
obstante su toxicidad debe tenerse presente.
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Por:
13-09-2001
Revisado Sept
2024
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